Hace una semana creí estar en un horroroso sueño, cuando al despertarme descubrí el mundo que me rodeaba. En ese momento, tres preguntas me vinieron a la cabeza: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? y ¿Dónde estoy?
¡No estoy loco! Se que soy Thomas... ¡Thomas Cook! Nací en 1808 en Melbourne, Inglaterra. Pero, ¿dónde me encuentro ahora?
¡Una semana después, tengo la respuesta para esa pregunta! Se con certeza que he atravesado el tiempo para llegar a la ciudad de Sevilla en noviembre de 2012.
¡Un tiempo que poco o nada se parece al mío!
Se trata de una sociedad, que lleva un ritmo de vida frenético, marcado por un mercado global, que viene a ser algo así como la «tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales».
Y qué decir de esa “clase obrera” que ha conseguido una jornada laboral fija, unas vacaciones pagadas o más tiempo libre para el ocio. A esto, habría que añadir la existencia una educación general muchísimo más extendida que la de mi tiempo. E incluso destacar que la mujer se ha incorporado al mundo laboral, alcanzando unas cotas profesionales que nunca se habían dado antes a lo largo de la historia.
En fin, un momento histórico al que mis congéneres llaman "la era de las Nuevas Tecnologías”, debido, entre otras cosas, a la existencia de esa caja cuadrada con botones, denominada ordenador, o a ese cachivache, que los jóvenes llevan siempre encima y bautizan con el nombre de móvil.
Así pues, aprovechando la oportunidad que me ha deparado el caprichoso destino, mi viaje comienza aquí, y tal y como en su momento dijo el poeta romano Horacio:
“Carpe Diem”
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