Barcelona, 14 de noviembre de 2012
¡Por fin he logrado llegar a Barcelona!
¿Por qué está Thomas en Barcelona?, se preguntarán ustedes.
La razón hay que buscarla en la investigación que realicé sobre las Exposiciones Universales la semana pasada. Me resultó tan interesante el hecho de que en Barcelona aún quedasen elementos de un gran evento que se celebró en mi propia época, que decidí comprarme un billete de tren y visitarlos.
Me presenté en la estación de trenes de Sevilla muy temprano por la mañana, pensando que tendría que esperar una eternidad a que mi tren llegara. Pero nada más entrar en la estación, lo vi.
Al principio me extrañó un poco que, con tantos transportes modernos que existen hoy día en esta sociedad como por ejemplo el avión, los trenes hubieran cambiado tan poco con respecto al que fleté en 1841 para viajar a Lougborough desde Leicester, con motivo de un congreso antialcohólico. No obstante, me subí a él.
¡Imaginaos como me quedé cuando una joven señorita se me acercó, miró mi billete y me informó de que ese no era mi tren!
¿Por qué está Thomas en Barcelona?, se preguntarán ustedes.
La razón hay que buscarla en la investigación que realicé sobre las Exposiciones Universales la semana pasada. Me resultó tan interesante el hecho de que en Barcelona aún quedasen elementos de un gran evento que se celebró en mi propia época, que decidí comprarme un billete de tren y visitarlos.
Me presenté en la estación de trenes de Sevilla muy temprano por la mañana, pensando que tendría que esperar una eternidad a que mi tren llegara. Pero nada más entrar en la estación, lo vi.
Al principio me extrañó un poco que, con tantos transportes modernos que existen hoy día en esta sociedad como por ejemplo el avión, los trenes hubieran cambiado tan poco con respecto al que fleté en 1841 para viajar a Lougborough desde Leicester, con motivo de un congreso antialcohólico. No obstante, me subí a él.
¡Imaginaos como me quedé cuando una joven señorita se me acercó, miró mi billete y me informó de que ese no era mi tren!
¿Cómo no va a ser este mi tren?, le comenté.
"Pues muy fácil, porque se trata de un tren turístico", me dijo ella.
¿Un qué?
"Un tren que realiza circuitos turísticos por Andalucía y otros puntos de la geografía española, como Madrid, Zaragoza, etc.
Éste en concreto, se llama Al-Andalus, fue creado en 1929 y se restauró posteriormente, incorporando las modernidades actuales.
Pero debe saber usted que no es el único del mundo, el Orient Express, que inició su andadura por Europa en 1883, es otro ejemplo de tren turístico".
¡Pero si el Orient Express es de mi época!
¡Qué cosa tan fea! ¿Eso es un tren?
Pues sí, puedo confirmar que se trata de un tren, concretamente del AVE o Alta Velocidad Española.
Nació oficialmente el 21 de Abril de 1992, con motivo de la Expo de Sevilla y con el próposito de unir Sevilla y Madrid en un tiempo récord. De este modo, el tren se convertía en un férreo competidor de los aviones, sobretodo en las medias distancias. Y más aún ahora, que cuenta con ocho líneas (Madrid-Sevilla, Madrid-Barcelona, Madrid-Málaga, Madrid-Valladolid, Madrid-Valencia, Madrid-Huesca, Madrid-Albacete, Barcelona-Sevilla y Barcelona-Málaga), convirtiendo a España en el país europeo con el mayor número de kilometros de alta velocidad.
Estos trenes construidos con tecnología aerodinámica, que poseen ocho motores y alcanzan velocidades tan altas como los 330 km/hora, no se parecen en nada a las viejas locomotoras de vapor, que arrastraban un conjunto de cajones sobre unos raíles de hierro colado, que se hundían por el excesivo peso de la máquina, y que como mucho, con su motor de 40 caballos, lograban llegar a los 28 km/hora.
¡Que ingenuos eramos al pensar que eso era ir rápido!
Tampoco queda ya nada de esos compartimentos en los que podíamos entrar hasta ocho personas. Pues, sin duda alguna, el AVE utiliza las comodidades propias de esta sociedad (sillones abatibles, conexión a internet, cafetería...) para dar cabida hasta a trescientas personas.
Y que decir de los prolongados trayectos que nos mantenían encerrados dentro del ferrocarril durante largas horas ó de las prolongadas esperas en las estaciones de trenes, porque la máquina se retrasaba o averiaba. ¡Eso las personas de ahora no saben lo que es!, pues tienen la suerte de que el AVE cumple con unos extrictos horarios y suele tener una mayor asiduidad que el ferrocarril de mis tiempos.
Por el momento me despido de ustedes, ya que tras visitar Barcelona, he pensado realizar un largo viaje hasta mi hogar, Inglaterra. Mucho camino me queda para llegar a ella, pero tal como decía el filósofo chino Lao-Tsé:
"Un viaje de mil millas, comienza con el primer paso"
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